La maldición de la Malinche

[Alfredo]

Lamentablemente aun pesa sobre nosotros la maldición de la Malinche.

Luchemos y oremos para que las principales víctimas de esa maldición dejen de menospreciar a nuestros hermanos.

Busquemos conocer la riqueza de la sabiduría de nuestros antepasados para que nunca más se implique que existió ignorancia en ellos.

El europeo en su llegada se maravillo de los reinos que encontró en estas tierras donde existía una ciencia superior a la que ellos entendían.

Solo fue el conocimiento de de las armas de guerra lo que facilitó a su ambición la conquista de estas tierras, conquista que con el pretexto de evangelizar costo millones de vidas humanas aparte de la esclavitud que aun existe por parte de algunos que dicen representar a nuestro Dios.

Seamos fieles al llamado de nuestro Dios que habiendo estado entre nuestros antepasados prometió y cumplió volver.

Si la verdad nos habría de libertar, oigamos entonces lo que dice El Espíritu de Verdad a sus hijos.

No permitamos que nos sigan sometiendo a través de la ignorancia y el fanatismo que promueven los verdugos de nuestro pueblo.

Sea nuestra bendición sobre ellos, y no más su maldición sobre nosotros.

[Alfredo]

Sin duda, el más justo y espiritual de los gobernantes de nuestro país fue Don Benito Juarez, quien paradójicamente ha sido tratado por el clero como hereje.

Mientras que parte de la sociedad encumbrada de su tiempo apoyada por el clero buscaban tener un hermoso europeo que gobernara, se levanto uno quien supo gobernar el país con toda humildad.
Tal fue la característica de su gobierno, la humildad y la firmeza basada en la ley.

Benito Juarez, hombre de sangre indígena que hablo por su raza mostrando no solo a este país sino a los países del mundo los valores espirituales con los que cuenta nuestro pueblo en general y nuestros hermanos indígenas en particular.
Sea el testimonio de su vida, ejemplo para los gobernantes y gobernados de las naciones, para que jamás se menosprecie a alguien por el origen de su raza o por el color de su piel.

Enseguida transcribo una parte del libro “Memorias para mis hijos” escrito por el "Benemérito de las Américas”

"Era costumbre autorizada por ley en aquel Estado lo mismo que en los demás de la República que cuando tomaba posesión el Gobernador, éste concurría con todas las demás autoridades al Te Deum que se cantaba en la Catedral, a cuya puerta principal salían a recibirlo los canónigos; pero en esta vez ya el clero hacía una guerra abierta a la autoridad civil, y muy especialmente a mí por la ley de administración de justicia que expedí el 23 de noviembre de 1855 y consideraba a los gobernantes como herejes y excomulgados.

Los canónigos de Oaxaca aprovecharon el incidente de mi posición para promover un escándalo. Proyectaron cerrar las puertas de la iglesia para no recibirme con la siniestra mira de comprometerme a usar de la fuerza mandando abrir las puertas con la policía armada y a aprehender a los canónigos para que mi administración se inaugurase con un acto de violencia o con un motín si el pueblo a quien debían presentarse los aprehendidos como mártires, tomaba parte en su defensa. Los avisos repetidos que tuve de esta trama que se urdía y el hecho de que la iglesia estaba cerrada, contra lo acostumbrado en casos semejantes, siendo ya la hora de la asistencia, me confirmarón la verdad de lo que pasaba.

Aunque contaba yo con fuerzas suficientes para hacerme respetar procediendo contra los sediciosos y la ley aún vigente sobre ceremonial de posesión de los Gobernadores me autorizaban para obrar de esta manera; resolví, sin embargo, omitir la asistencia al Te Deum, no por temor a los canonigos, sino por la convicción que tenía de que los gobernantes de la sociedad civil no deben asistir como tales a ninguna ceremonia eclesiástíca, si bien como hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su religión les dicte.

Los gobiernos civiles no deben tener religión porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente ese deber si fueran sectarios de alguna. Este suceso fue para mí muy plausible para reformar la mala costumbre que había de que los gobernantes asistiesen hasta a las procesiones y aún a las profesiones de monjas, perdiendo el tiempo que debían emplear en trabajos útiles a la sociedad. Además, consideré que no debiendo ejercer ninguna función eclesiástica ni gobernar a nombre de la Iglesia, sino del pueblo que me había elegido, mi autoridad quedaba íntegra y perfecta, con sólo la protesta que hice ante los representantes del Estado de cumplir fielmente mi deber. De este modo evité el escándalo que se proyectó y desde entonces cesó en Oaxaca la mala costumbre de que las autoridades civiles asistiesen a las funciones eclesiásticas.

A propósito de malas costumbres había otras que sólo servían para satisfacer la vanidad y la ostentación de los gobernantes como la de tener guardias de fuerza armada en sus casas y la de llevar en las funciones públicas sombreros de una forma especial. Desde que tuve el carácter de Gobernador abolí esta costumbre usando de sombrero y traje del común de los ciudadanos y viviendo en mi casa sin guardia de soldados y sin aparato de ninguna especie porque tengo la persuasión de que la respetabilidad del gobernante le viene de la ley y de su recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro. Tengo el gusto de que los gobernantes de Oaxaca han seguido mi ejemplo.

Para quienes frecuenten YouTube les recomiendo escuchen cualquiera de las versiones de “Maldición de Malinche” por Amparo Ochoa y Gabino Palomares.

[Alfredo]

Saludos amigos.

Al echarle un vistazo al periódico de hoy, leí sobre el penacho de Moctezuma, que pretenden exhibir en Londres, me llamo la atención lo que declara personal del Museo Británico y que enseguida reproduzco:

“Fue Moctezuma, que reinó en el vasto imperio azteca de 1502 a 1520, quien recibió a Hernán Cortés y los conquistadores españoles en la capital azteca, dándoles joyas y otros obsequios mientras ellos planeaban matarlo y subyugar a su pueblo. Cortés destruyó la capital azteca y construyó lo que con el tiempo llegó a ser la Ciudad de México, iniciando una nueva era en las Américas.

Los curadores del museo quieren que el público advierta que gran parte de lo que conocen sobre este malhadado gobernante –incluyendo versiones de que fue muerto por su propio pueblo– podría basarse en versiones difundidas por los españoles, lo que caracteriza a la historia escrita por los vencedores.
“Muchas de las impresiones sobre Moctezuma y estos acontecimientos tumultuosos de la conquista española son vistos a través de la mira occidental”, dijo el curador Colin MacEwan. “El desafío es tratar de narrar la cara de la historia que no suele contarse. Es personalizar la historia y establecer una conexión más directa con la huella que ha impreso una persona en la historia”.”

A pesar del tiempo transcurrido y del daño hecho a nuestro país, parecemos no darnos cuenta de la manipulación que de la historia se ha hacho desde la llegada de los españoles.
Seguimos creyendo y difundiendo diversas leyendas que denigran a nuestros antepasados indígenas, seguimos sin valorar ni entender la riqueza espiritual que mostraban aquellos, y sin indagar ni descubrir la verdadera historia del México precolombino.
Nos hemos conformado con el relato de los rufianes que en nombre de su religión masacraron a millones de los nuestros. Aquellos cobardes que ultrajaban a las doncellas, que a traición mataban y que con engaños hacían caer reinos, fueron quienes luego escribieron la historia de nuestro país y de los héroes del pasado.

Sus ojos llenos de avaricia no podían valorar lo que su planta destruía.
Cuando la misión encomendada a ellos fue de traer a este mundo la verdad del evangelio de Cristo, en vez de ello impusieron su religión y con ella esclavizaron al pueblo, les impusieron sus propios ídolos, al igual que a sus gobernantes y sus antivalores que hasta la fecha mantienen a nuestro pueblo sumido en el fanatismo e ignorancia.

Permítame anunciarle algo que mi corazón desea, lo que nuestro Padre ha dicho, lo que habrá de ser:

Llegara el día en que la esclavitud no sea más en mi pueblo.

Sus debilidades serán vencidas, sus verdugos avergonzados, nuestras lágrimas secadas, y la riqueza espiritual de nuestro pueblo reconocida.

En ese tiempo los pecados de la Malinche y de sus hijos serán perdonados y no se sabrá más de ellos.
En ese tiempo, labraremos a sabiendas de lo fugaz de esta vida, buscaremos y obtendremos todos el fruto de eterna paz.
Pero hasta que ese tiempo sea llegado, debemos seguir luchando por recordar a este pueblo el pacto de espiritualidad que ha hecho con su Señor.

El gobernante y poeta Netzahualcóyotl cuya vida mucho parecido tuvo con el bíblico rey David ancestro de Jesus el Cristo pensaba así:


No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo.
Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
El es quien inventa las cosas,
Él es quien se inventa a sí mismo: Dios.
Por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.

Nadie puede aquí
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida:
Sólo es invocado,
A su lado,
Junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

El que lo encuentra,
Tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
A su lado, junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

Nadie en verdad
Es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
Buscáramos a alguien,
Así te buscamos,
Nosotros que vivimos en la tierra,
Mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
Estaremos junto a ti a tu lado.

No enloquece el Dador de la vida,
Nos embriaga aquí.
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.

Sólo tú alteras las cosas,
Como lo sabe nuestro corazón:
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.