¿Los prodigios confirman las ideas?

Foro General de la Tercera Era
Alfredo
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¿Los prodigios confirman las ideas?

Mensaje por Alfredo »

Saludos amigos.

Entre las personas que han recibido de Dios algún prodigio, como el restablecimiento de la salud de la materia, con frecuencia tienden a pensar que con ello se prueba como verdad lo enseñado por quienes, en apariencia, fueron conductos para que aquel prodigio se verificara.

Si recibir algún don significara la confirmación de las creencias de quienes hacen labor de oración y/o enseñanza, tendríamos (o tenemos) un verdadero caos de ideas, todas “confirmadas” por las señales dadas.
Tendríamos que creer entonces en cosas tan absurdas y materializadas como rezarle a las imágenes de las vírgenes de cada región, pedirle al santo de las devociones de todos, usar talismanes, escapularios, hacer procesiones, rezarle a los muertos, sobarle la pansa a una figura de Buda, etc. etc.

Debemos comprender que Dios nos entrega prodigios sin número, no necesariamente para confirmar las ideas de los lugares a donde acude el necesitado, sino por la propia necesidad y fe de quien lo busca.

En la medida en que la evolución del espíritu es mayor, sí se irá requiriendo de un nivel mejor de elevación para recibir de su caridad, de otra forma nunca creceríamos.

Para comprobar lo anterior, propongo el análisis de uno párrafos tomados del LVV.


02-044.19 No pregonéis que sois mis discípulos, demostradlo con obras de caridad. Hay quien pregona ser de mis elegidos y Yo le pruebo ocultándome en el corazón de su propio enemigo, a quien en vez de perdonar, le ha devuelto el golpe, golpe que más que a la mejilla de su hermano, ha alcanzado mi faz. En ese instante le he hablado a través de su conciencia y aquel que se envanecía de ser mi discípulo, con un débil arrepentimiento me ha dicho: perdonadme, Maestro. Una vez creyéndose limpio y merecedor de mi perdón ha reanudado su camino. Entonces he visto venir hacia él a una doncella cuyo corazón y juventud son como rosa fragante. Ella le dice: vengo a vos llena de confianza en vuestra virtud, a pediros un consejo que sea en mi vida como un escudo contra las acechanzas; mas aquél olvidando su misión y mis enseñanzas, se deja dominar de los bajos instintos y con impura intención contempla a la doncella, en ese instante me presentó ante el mal discípulo diciéndole: ¿Por ventura es esto lo que os he enseñado? Él, sorprendido, me ha contestado: Señor, nada hay oculto para vos. Avergonzado ha proseguido su jornada, mientras mi voz implacablemente le pregunta cada vez que hace alarde de seguir mi ejemplo: ¿Sois mi apóstol? Entonces he permitido que el hambre lo sorprenda y luego me he ocultado en el corazón de un rico enfermo, quien a pesar de tener sus arcas llenas de oro, no tiene salud para gozarlo. Este, al saber que en su comarca se encuentra un discípulo mío, va en su busca y le dice: "Sé que podéis devolvenne la salud y por eso os he buscado. Soy rico, mas todo mi caudal no me ha servido para encontrar remedio a mi mal". El corazón del apóstol se ofusca al escuchar aquella confesión y dice al enfermo: "Voy a posar mi mano en vuestra cabeza y pronunciando el nombre de mi Señor os devolveré la salud, mas esta gracia la tendréis que recompensar ampliamente". El rico enfermo le responde: "Llevaos mis galas, mis arcas, mi casa, tomadlo todo, pero sanadme". Y EL ENFERMO SANÓ, PORQUE FUE TANTA SU FE Y SU DOLOR QUE EL MAESTRO TUVO PIEDAD DE ÉL. LLENO DE JÚBILO EL ENFERMO, ENTREGÓ EN MANOS DE AQUÉL A QUIEN CREÍA QUE LO HABÍA SANADO, TODO CUANTO POSEÍA, MIENTRAS QUE EL MAL APÓSTOL DECÍA PARA SÍ: AHORA HE DEJADO DE SER POBRE, PORQUE SI HE LUCHADO Y TRABAJADO, JUSTO ES QUE RECIBA MI RECOMPENSA. Pero he ahí que en ese instante mi voz implacable, vibró en su conciencia diciéndole nuevamente: ¿Por ventura es ésta mi enseñanza? ¿Recordáis que Jesús cuando estuvo en el mundo recibiera pago a cambio de su amor, Él, que pudo ceñirse coronas y poseer todos los tesoros, cuando con sólo tocar sanaba y con llamar resucitaba muertos?

02-044.20 Una lucha se entabló en el corazón de aquel discípulo, diciéndole a su Maestro: ¿Por qué sois tan inflexible con vuestros discípulos? ¿Por qué no nos dejáis poseer algo en este mundo? Y el Maestro con voz dulce le respondió: porque en el momento de escogeros prometisteis renunciar a las vanidades humanas a cambio de un tesoro verdadero.

02-044.21 Todavía el discípulo replica: duro es el camino, muy larga la jornada, trabajamos mucho y ninguna cosecha recogemos en la Tierra; ¿queréis que amemos mucho a la humanidad, cuando ella no nos ama? Y el Maestro al escucharle blasfemar así, le dijo: está bien, pequeño, caminad bajo vuestra voluntad, lograd lo que ambicionáis. Y aquel hombre diciéndose ser mi siervo, pregonando ser mi apóstol y desoyendo la voz de la conciencia, se ha levantado por los caminos encontrando en ellos multitud de enfermos a los que ha llamado para decirles que él es el poseedor del bálsamo que cura todos los males, mas también les dice: estoy necesitado, ¿qué podréis brindarme a cambio de lo que Yo os conceda? Aquellos que son pobres le dicen que nada tienen pero que están dispuestos a trabajar venciendo sus dolencias, para conseguir lo necesario para pagarle. Este trato le parece bien a aquel hombre, quien empieza a ungir a los enfermos, a la vez que va recogiendo de sus manos el pago, cada vez en mayor cantidad. Él ungía a los enfermos, pero ellos no sanaban, al contrario se agravaban, trataba de levantarles el ánimo, mas ellos decaían cada vez más. Entonces el apóstol, al contemplar que las multitudes le habían perdido la confianza, sigilosamente desapareció de entre ellas, llevándose un caudal en metales y dejándolos en agonía.


A la pregunta ¿Los prodigios confirman las ideas?, la respuesta tendría que ser: No necesariamente.
Recordemos también lo dicho por Nuestro Maestro, cuando se refería a este tiempo:


Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, Y HARÁN GRANDES SEÑALES Y PRODIGIOS, DE TAL MANERA QUE ENGAÑARÁN, SI FUERE POSIBLE, AUN A LOS ESCOGIDOS. (Mat 24:23-24)

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