A LOS DISCIPULOS I

Foro General de la Tercera Era
Abraham Benjamin
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A LOS DISCIPULOS I

Mensaje por Abraham Benjamin »

A LOS DISCIPULOS-I
A través de los tiempos y en todos los pueblos de la Tierra, han surgido
apóstoles del bien, que han manifestado la elevación de su espíritu, a través de
diversas misiones que les he encomendado.
Todos ellos han sido enviados míos, porque el bien procede de una sola fuente:
mi Espíritu.
De esos enviados, unos han sido sembradores espirituales, otros han llevado la
luz a la ciencia y otros, con su sentido de lo bello, han llevado mi mensaje de
amor a la humanidad en obras hermosas. A unos les habéis llamado apóstoles, a
otros sabios, a unos más genios; mas no ha habido uno que no haya recibido de Mí
el mensaje que había de llevar a los hombres.
Discípulos amados: si os preparáis en mi nombre, Yo os inspiraré palabras y
acciones que sorprenderán a la humanidad; vuestra mente iluminada descubrirá en
el espíritu y en la naturaleza, todo lo que hay de grande y perfecto en mi
creación, entonces conoceréis plenamente vuestros dones y seréis grandes en
obras de amor y caridad.
La práctica de mi Doctrina deberá llevaros al retorno de la vida sencilla, pero
a la vez daréis un paso hacia adelante en el conocimiento espiritual. Amad, sed
virtuosos y tendréis en vosotros todas mis complacencias.
Voy a confiaros extensas tierras para que las cultivéis y es necesario que
estéis fuertes y preparados para no desmayar en el trabajo. Cada uno debe ser un
labriego afanoso en la campiña, para lo cual deberá aprender a sembrar, cultivar
y cosechar, alentado por mis enseñanzas.
No temáis retornar a la lucha desnudos, sin calza ni alforja, porque lo que
habéis derramado entre vuestros hermanos, Yo os lo devolveré multiplicado y os
colmaré de gracias.
Os he llamado labriegos, porque os he dado la semilla, el agua, las tierras y
las herramientas de labranza, para que llevéis la esencia de mi palabra a la
humanidad. El sentido figurado en que os hablo es sencillo, para que podáis
comprender mis lecciones.
No os llaméis pastores, dejad que Yo guíe a la humanidad, pues en Mí tendrá a su
mejor amigo y consejero. Sed vosotros sólo testigos de mi manifestación y
mensajeros de la buena nueva.
Es el tiempo de la siega, en el que recogeréis lo que habéis sembrado. Yo os
daré un tiempo más para que volváis a sembrar, cuando eso sea, tomad de la buena
semilla y cultivadla con amor.
Comprended que más que seguirme vosotros, soy Yo quien os ha seguido a través de
los tiempos para señalaros vuestra misión y enseñaros a cumplir mi Ley.
A cada quien le he asignado la porción que debe guiar y esa misión no termina
con la muerte del cuerpo. El espíritu, lo mismo en la Tierra que en el valle
espiritual, sigue sembrando, cultivando y cosechando.
He formado mi nuevo apostolado con hombres y mujeres, ya que no sólo el hombre
ha sabido interpretar mi Ley. La mujer, dotada de bellos sentimientos, ha sido
siempre colaboradora en mi obra de redención. También en ella hago descansar en
este tiempo la responsabilidad del buen cumplimiento de mis mandatos. Yo dejo a
ambos velando, unidos en esta causa.
Varones y mujeres, niños, jóvenes y ancianos formarán el apostolado de Cristo en
este Tiempo, mas de cierto os digo que más que corazones, son espíritus a los
que vengo buscando. Aunque no toda la humanidad está escuchando mi palabra,
siente mi presencia en esta hora trascendental. Los padres de familia en su
hogar, los enfermos en su lecho de dolor, los hambrientos de justicia, los
castigados por los hombres, los que no llevan paz en su corazón, los ofendidos,
los pobres de espíritu, penetrad todos mis hijos en el silencio de mi santuario,
para que escuchéis la voz de vuestro Señor que os dice: La paz sea con vosotros.
Los que enseñen en el mundo mi Doctrina, tendrán que ser conocedores del ser
humano, no sólo en lo que corresponde al espíritu, sino también a la materia.
Para ser maestros en espiritualidad, tenéis que ser perseverantes, pacientes,
estudiosos y observadores. Un consejo para que sea acertado, una palabra para
que resuelva un problema, un juicio para que sea recto, una enseñanza para que
sea persuasiva, tendrá que provenir de un espíritu acrisolado en la experiencia,
fortalecido en la lucha y purificado en el bien.
Todo el que en este tiempo quiera seguirme, tendrá que abandonar algo para ir
con paso firme en pos de mi huella. Unos dejarán posesiones materiales, otros
olvidarán falsos amores; habrá quienes desciendan de sus altos sitiales y
tronos, mientras otros abandonarán sus altares. Detrás, quedarán las pasiones,
las vanidades, los malsanos y fugaces placeres.
La vida es una maestra que convierte a los párvulos en discípulos, para que
éstos sean consejeros y guías de sus hermanos, con la luz, el saber y la
experiencia que os proporciona.
De discípulos os tomaréis en defensores de la verdad, con armas que os harán
invencibles: el amor, la caridad, el perdón, la sinceridad, la mansedumbre, el
celo por lo justo y lo bueno.
Cuando ya estéis así preparados, cuando hayáis sido pulidos por el fino cincel
de mi justicia y de mi amor, os enviaré a vuestros hermanos con este mensaje de
sabiduría, consuelo y esperanza. ¿Quién podrá resistir la fuerza de la verdad
que brote de vuestras palabras? ¿Quién no se sentirá cautivado ante la
persuasión de vuestros consejos y ejemplos?
Seréis hombres de buena voluntad, corazones celosos de la pureza de mi Doctrina,
para hacerla llegar limpia a la humanidad. Los que se levanten como emisarios
llevarán dulzura en su palabra y en sus obras, nunca amargura. Sus ojos sabrán
llorar por el dolor ajeno y sus sienes se blanquearán cuando sepan sufrir por
sus hermanos. Vivirán y morirán amando, perdonando y bendiciendo y llegarán al
final de su camino sin amarguras ni fatiga.
Penetrad con amor en el estudio de mi Doctrina, porque se acerca el tiempo en el
que no tendréis más guía que vuestra conciencia, ni más Pastor que mi Espíritu.
No os dividáis, formad una sola familia, sólo así podréis ser fuertes. Quiero
que convirtáis en amigos a vuestros enemigos y que os hagáis reconocer, sanando
enfermos y rescatando perdidos.
No os pido todo vuestro tiempo para el desempeño de esta misión. Me basta con
que dediquéis unos minutos del día al estudio de mi palabra, que realicéis una
buena obra o que en alguna forma deis un paso adelante en el camino de
superación espiritual.
Desprendeos de lo superfluo, abandonad los entretenimientos inútiles, no
engañéis a vuestro corazón ni a vuestros sentidos con falsas bellezas o insanas
impresiones. Si vais a hablar de paz, llevadla en vuestro corazón; si vais a
hablar de Mí y de mi Obra, estudiad primero para que nunca deforméis la verdad,
pero no vayáis a creeros sus únicos poseedores, porque pecaríais de ignorancia y
fanatismo. Quiero que al mismo tiempo que prediquéis mi enseñanza, sepáis
encontrar la verdad en vuestros hermanos: unos tendrán mucha luz, otros sólo un
átomo, pero en todos encontraréis mi presencia, porque todos sois mis hijos.
Cuando tratéis de exhortar al bien a un pecador, no lo amenacéis con el dolor en
caso de no regenerarse, porque le infundiríais aversión a mi Doctrina. Mostrad
al verdadero Dios, que es todo amor, caridad y perdón.
¿No recordáis que os he dicho que seréis el sabor espiritual de la humanidad?
¿Qué más podéis ambicionar en la Tierra que ser consejeros, guías y doctores
espirituales de los necesitados?
La caridad es una de las flores más bellas del amor y esa virtud quiero que
brille en vosotros, para que derrame su esencia entre vuestros hermanos.
Los espíritus que hoy son pequeños por su escasa evolución, mañana serán grandes
mediante su esfuerzo en el camino del bien. Si a vosotros os he hecho primeros,
ha sido por vuestra fidelidad, pero conservad esta gracia siempre. Vuestras
tierras de labranza son pequeñas aún y corta vuestra siembra. Sed siempre
humildes, no deis cabida a la vanidad y seréis grandes delante del Padre.
En el seno de toda religión se encuentran enviados míos, pero no serán ellos los
que abran mi Arcano. A los que he enviado para esta misión, reciben mi sabiduría
por inspiración; los que no son mis siervos, han tomado el conocimiento de los
libros; mientras unos oran y aman, otros leen y estudian, mas nunca logrará
alcanzar la mente, la elevación que obtiene el espíritu. Los primeros cuando
hablan, persuaden, conmueven, acarician y sanan; los segundos sorprenden, son
admirados, pero no consuelan, ni salvan.
Todo el que abrace su cruz, que ame mi Ley y propague esta semilla, será llamado
labriego de mi campiña, apóstol de mi Obra e hijo de este pueblo, aun cuando no
me haya oído a través de esta manifestación.
En varias naciones aparecerán profetas hablando de mi manifestación y de mi
presencia entre vosotros; les debéis reconocer porque son mis enviados. Mas
aprended a distinguirlos de los profetas falsos que también surgirán, su palabra
será de aparente luz y en su fondo llevará confusión.
Hoy os digo: Las profecías que contienen mis nuevas lecciones, se enlazarán con
las antiguas, porque todas os hablan de una sola revelación.
Trabajad sin cansaros, enseñad, haced obras que conviertan y, ya que hayáis
resucitado a la vida de la gracia, velad por los enfermos, orad por los que no
lo hacen y fortaleced a los que atraviesan grandes pruebas.
¡Cuántas oportunidades tenéis a cada paso de ser buenos y útiles para vuestros
semejantes! Cada hogar es un campo propicio para sembrar mi semilla; cada ciudad
y cada pueblo, son tierras sedientas de caridad y amor. Yo os vengo a convertir
en sembradores, para que llevéis el consuelo y la paz a la humanidad.
Mi Doctrina tiende a formar en vosotros, a seres que se distingan por su
elevación, virtud y sabiduría. ¡Cuan grande será vuestro gozo y vuestra paz
interior, cuando logréis ese adelanto!
Ved al Maestro una vez más rodeado de sus discípulos. Quiero hacer de cada uno
de vosotros un apóstol y de cada apóstol, un maestro.
Os he confiado una joya de incalculable valor, para que la hagáis brillar ante
la humanidad, no la ocultéis ni os despojéis de ella. Mi palabra es tesoro
divino que no debéis guardar sólo para vosotros. No os convirtáis en los ricos
avaros, porque creyendo tener mucha sabiduría nada tendréis. De cierto os digo
que el egoísmo en el espíritu, es ignorancia.
Mi Obra es más blanca que el copo de la nieve y más pura que el agua de vuestros
manantiales: así quiero que la conservéis hasta el final de la jornada.
He dejado que los hombres cultiven diversos árboles y he visto que la mayoría de
sus frutos, han sido amargos y de ellos han hecho comer a la humanidad. Vengo a
confiaros el Árbol de la Vida Eterna cuyo fruto dulcísimo os da salud, alegría y
paz.
Los que sueñan con lo eterno, los que aman lo verdadero, los que anhelan
elevarse sobre las miserias de la vida humana, los que tienen caridad de su
espíritu, los que prefieren el atavío espiritual a las galas del cuerpo, serán
los que abracen con fervor esta Obra. No he venido sólo a aliviar vuestros
dolores y a libraros de vuestras enfermedades, mi Enseñanza encierra algo más
que la liberación del dolor: la vida eterna.
Estoy justificando mi presencia entre vosotros con mi enseñanza. Alguno dirá:
-Maestro, es difícil practicar vuestra Doctrina y quizá impropia de esta Era
materialista. Mas Yo os digo: eso mismo dijeron en el Segundo Tiempo de mi
palabra y sin embargo los gentiles» los paganos, fueron los que más pronto se
convirtieron a ella.
Cada Era ha traído a los hombres nuevas luces para la mente y el espíritu.
Disponeos todos a recibir mis mensajes, porque un nuevo tiempo abre sus puertas
y es mucho lo que tenéis que ver y conocer.
Discípulos: vosotros tenéis el deber sagrado de hacer comprender esta Doctrina a
los que llamo: párvulos. Para ser mis discípulos no es suficiente entender,
debéis también dar la mano al que no ha logrado aún interpretar mi enseñanza.
Daos cuenta de que mis párvulos están necesitados de vuestras explicaciones y
experiencia.
Yo formaré en este tiempo un pueblo que sea celoso de mi Ley, amante de la
verdad y la caridad. Ese pueblo será como un espejo en el que los demás podrán
ver reflejados sus errores. No será juez de nadie, pero sus virtudes, obras y
cumplimiento, irán tocando al espíritu de todos los que se crucen en su camino e
irán señalándoles sus faltas a mi Ley.
Los hombres se preguntarán: -¿Quiénes son éstos que sin tener templos saben orar
espiritualmente? ¿Quién ha enseñado a estas multitudes a orar, sin que sientan
la necesidad de construir altares para su culto? ¿De dónde han salido estos
caminantes y misioneros que, a semejanza de las aves, no siembran ni cosechan,
ni hilan y sin embargo subsisten? Yo les responderé: -Estas multitudes que gozan
haciendo el bien, no han sido enseñadas por maestros o ministros de ningún culto
de la Tierra; no existe un solo hombre en vuestro mundo, que sepa enseñar el
culto de Dios, bajo la verdadera espiritualidad. No es en el esplendor de las
ceremonias, ni en la riqueza o el poder terrenal donde radica la verdad. Mi
Doctrina busca como templo a los corazones limpios, nobles y sinceros, amantes
de lo puro y elevado.
Aquéllos que vean la fructificación de mi Obra, sabrán que el mérito no fue sólo
de los últimos, sino una labor en la que los esfuerzos y sacrificios de los
primeros, se enlazaron con la labor de los postreros, para llevar al triunfo una
Doctrina espiritual encomendada a todos por el Maestro.
Necesitáis ser un pueblo fuerte para que triunféis y nada os dará mayor fuerza,
que el cumplimiento de mi Ley. Muchas tentaciones, persecuciones y acechanzas
vendrán sobre vosotros, pero de todo ello saldréis triunfantes si confiáis en
Mí, si permanecéis unidos y si perseveráis en la práctica de mi Enseñanza.
Los que en este tiempo me hayan recibido en su espíritu, serán responsables de
este divino legado, el cual será transmitido fielmente de generación en
generación, hasta que lleguen aquéllas en quienes habrá de florecer la Doctrina
del amor y la sabiduría. A vosotros, que habéis tenido por Maestro al Espíritu
Santo, os hago responsables de la paz.
Hoy no me he concretado a hablaros solamente del tiempo presente; mucho me he
referido a los tiempos pasados y os he anticipado acontecimientos del futuro; os
he descubierto lo que os habían ocultado y he rectificado lo que estaba
alterado.
Que no espere el mundo un nuevo Mesías; si os prometí volver, también os di a
entender que mi venida sería espiritual. Mi Obra vendrá a coronar el esfuerzo de
todos aquellos que han vivido en vigilia, esperando mi retorno; esclarecerá
muchos de los misterios que el hombre aún no ha logrado comprender y será un
arma poderosa en manos de aquéllos que aman el bien y la justicia.
Dejad ya de vivir en un mundo de incertidumbre. No debéis, ni como hombres ni
como espíritus, ignorar la verdad. ¿Cómo queréis triunfar en la lucha material,
sin conocer la vida espiritual? ¿Cómo queréis ser sanos, sabios y fuertes, si os
obstináis en cerrar los ojos a la luz eterna?
¡No viváis ya a media luz! ¡Despertad y venid a la luz plena! ¡Dejad de ser
pequeños y creced espiritualmente!
En este tiempo, como lo prometí a Abraham y a su descendencia, seréis tan
numerosos como las estrellas del cielo, como las arenas del mar, y llevaréis mi
bendición a hogares, pueblos y países, donde tienen hambre de paz, de justicia y
de verdad.
Al ascender del portavoz mi rayo divino, mi inspiración descenderá sobre
vosotros para que comprendáis mi palabra.
Dejo mi amor entre mi pueblo, como testimonio de mi presencia.
El que ha recibido simbólicamente la marca espiritual en su frontal en este
tiempo, antes ya fue conmigo en las Eras anteriores: por ello le llamo
trinitario, porque lleva la simiente de las tres lecciones.
A ellos he entregado la misión de despertar a la humanidad, de conducirla por el
camino de la espiritualidad que os acerca a Mí y os convierte en verdaderos
hermanos.
Éstos señalados por mi amor sólo se les distinguen por la espiritualidad en su
vida, en sus obras, por su forma de pensar y comprender las revelaciones
divinas. No son idólatras ni frívolos; parece que no practican ninguna religión
y, sin embargo, de ellos se eleva un culto interior entre su espíritu y el Mío.
Diseminados se encuentran en el mundo, cumpliendo con la misión de orar por la
paz y trabajar por la fraternidad de los hombres. No se conocen unos a otros,
pero intuitivamente van cumpliendo con su destino de hacer luz en la senda de
sus hermanos.
Los 144,000 señalados serán soldados de paz, maestros en mi sabiduría, doctores
para sanar todos los males, consoladores y profetas.
Recordad el miraje de Juan mi apóstol y resurgid, pueblo, no olvidéis que os he
llamado los hijos de la luz. Pero no sólo los marcados la poseerán: cualquiera
que siga mis enseñanzas tendrá los mismos dones e igual potestad.
Sólo Yo sé por qué en todos los tiempos os he señalado; sólo Yo conozco vuestro
destino y restitución y es por eso, que siempre mi justicia os toca, para que
permanezcáis alejados de la maldad.
La marca es el signo invisible por medio del cual podrá cumplir su misión el
discípulo; quien la lleve con amor, con respeto, celo y humildad, podrá
comprobar que es una gracia divina que le hace superior al dolor, que le ilumina
en las grandes pruebas, que le revela profundos conocimientos y donde quiera
rompe barreras para seguir su camino, por lo que os digo que un marcado es un
mensajero, un enviado y un instrumento mío.
Los señalados con la luz del Espíritu Santo, son como barquillas salvadoras,
guardianes, consejeros y baluartes. Les he dotado de luz en su espíritu, de
fuerza, de bálsamo de curación, de llaves del trabajo y les he preparado para
vencer obstáculos que para otros son insuperables. No es necesario que ostenten
títulos del mundo para hacer reconocer sus dones. No conocen ciencias y son
doctores, no conocen leyes y son consejeros; son pobres de los bienes de la
Tierra y sin embargo, pueden hacer mucho bien a su paso.
No os faltará guía un solo instante, ya que mi palabra no ha sido vaga o
imprecisa, sino una Doctrina definida y perfecta. Sobre vosotros velará siempre
el espíritu de Elías, quien vino en este tiempo a despertar al mundo y aparejar
los caminos para que la humanidad llegue ante mi presencia espiritual.
Sed obedientes y escalad paso a paso, hasta llegar a la cúspide de la montaña:
ahí espero a los señalados de las doce tribus del nuevo pueblo de Israel, 12,000
de cada tribu, en representación de la humanidad.
¡Cuánto tendréis que crecer en sabiduría, amor y virtud, para que seáis luz en
el camino de vuestros hermanos! ¡Qué destino tan hermoso os ha deparado vuestro
Padre!
Todos tenéis el mismo origen, todos poseéis los dones del Espíritu Santo y
llegaréis al mismo fin, mas os he nombrado mi pueblo, porque sois como hermanos
mayores entre la humanidad, que tenéis la misión de llevar la simiente de amor a
todo espíritu. De Mí brotasteis como simiente virgen y habréis de volver a mi
seno, como semilla multiplicada en número infinito, pero limpia como la
original.
Israel llamo al pueblo a quien estoy congregando en torno a mi nueva revelación,
porque nadie mejor que Yo sabe qué espíritu mora en cada uno de los llamados de
este tiempo. Israel tiene un significado espiritual: es el pueblo de Dios del
que formáis parte.
Sois el pueblo espiritual que comprenderá el misterio de la escala que Jacob
contempló a través de un sueño. El nombre de este pueblo surgirá nuevamente en
la Tierra, en su verdadera esencia espiritual.
Esta porción que formáis, es sólo una mínima parte del pueblo de Dios que está
diseminado en el universo, y al que amo igual que a vosotros.
El mundo verá surgir al Israel espiritual, el que dará testimonio de la
reencarnación del espíritu. Al principio, provocará contiendas y originará lucha
de ideas, pero luego establecerá la paz, que lo hará permanecer sereno e
inmutable.
Los dones de intuición, revelación e inspiración, estarán despiertos en el
espíritu del nuevo Israel, porque a través de él serán recibidos mis mensajes.
Los hombres que formen el nuevo pueblo no serán escogidos en la Tierra, sino que
por mi amor, ya irán señalados en su espíritu, como seres evolucionados que no
podrán perderse en la senda que les he trazado.
Hoy os digo: convertíos en los guías de la humanidad. Dadle este pan de vida
eterna, mostradle esta Obra Espiritual, para que las diferentes religiones se
espiritualicen en mi Doctrina y el Reino de Dios sea, sobre todos los hombres.
Yo os he enseñado a vivir en armonía conmigo y a ser humildes y sencillos en
todos vuestros actos y pensamientos. Sois los indicados para llevar a vuestros
hermanos el consuelo, el aliento y el amor de mi Espíritu.
Uníos para que forméis un pueblo fuerte, el nuevo Israel, que sepa abrirse paso
a través de persecuciones, vicisitudes y obstáculos. Id en ayuda de la
humanidad, preparad su sendero, fortificad su fe y llenad de esperanza su
corazón. Hablad íntimamente con vosotros, examinaos, gobernad con amor la
envoltura, guiad sus pasos y formad de espíritu y materia, un solo cuerpo y una
sola voluntad. Someteos a la Ley; usad el libre albedrío para amar sin límite y
hacer una existencia útil y armoniosa. Cumplid con las leyes del espíritu y las
del mundo, que ambas Yo las he dictado y son perfectas.
He dispuesto todo para que lleguéis a poseer todos los dones espirituales. He
ofrecido a vuestro espíritu el pan de los ángeles y a vuestra materia, los
frutos de la naturaleza creada por Mí. Habéis venido a la Tierra a concluir el
trabajo empezado, para perfeccionar vuestro espíritu.
Yo anuncié que mi pueblo surgiría nuevamente en el mundo, cuando la humanidad
estuviese bebiendo su mayor cáliz de amargura; por eso estoy enviando a la
Tierra a mis emisarios, a mis labriegos, soldados y profetas, porque el tiempo
de la lucha se aproxima.
Mi pueblo, vuelvo a deciros, no es sólo éste que me escucha a través de los
portavoces, está diseminado en toda la Tierra y sus hijos serán, todos los que
den testimonio de mi verdad, todos los que abran brechas de luz al espíritu,
todos los que combatan la mala yerba y anuncien el Tercer Tiempo. El que se
prepare, oirá mi voz, porque mi Verbo es universal.
En esta palabra está mi Ley, porque contiene amor y justicia. En ella está el
nuevo maná que os sustenta y os permitirá llegar a la nueva Jerusalem. Esa
Ciudad no está en la Tierra, existe en la mansión espiritual. A ella llegaré
entre vosotros, como en aquel día en que las multitudes cubrían con sus mantos
el suelo, cantaban himnos y agitaban palmas; y me recibiréis en vuestro corazón,
para celebrar la entrada triunfal del Maestro en Jerusalén. Cuando esto sea, ya
no volveré a partir de vuestro seno. El pacto del nuevo pueblo de Israel con mi
Espíritu, será para siempre.
Todos los destinos son diferentes, pero os llevan al mismo fin. A unos les están
reservadas unas pruebas; a otros, unas muy diferentes. Una criatura recorre un
camino; otra, sigue distinto derrotero. Ni todos habéis surgido a la vida en el
mismo instante, ni todos retornaréis en el mismo tiempo. Unos caminan delante,
otros detrás de aquéllos, pero la meta a todos os está esperando. Ninguno sabe
quién está cerca ni quién viene distante, porque aun sois pequeños para tener
ese conocimiento.
He señalado el destino a cada espíritu: su principio y su final están en Mí.
Librará una batalla tras otra, mas en todos sus pasos me encontrará y mi amor le
fortalecerá siempre. El Padre no se apartará del hijo y cuando haya retornado al
seno divino, habrá fiesta en los cielos y alegría en este mundo. Entonces,
Maestro y discípulo volverán a encontrarse.
Todos estáis iluminados por mi sabiduría y hasta el más apartado rincón de la
Tierra, donde haya un discípulo mío, allí estará mi Espíritu derramando luz y
fortaleza, resolviendo problemas y obstáculos. A vosotros sólo os toca hacer una
mínima parte de esta obra de regeneración y espiritualidad entre la humanidad.
Mañana, dejaréis vuestro puesto y otros vendrán a seguir vuestra labor. Éstos
llevarán la Obra un paso más allá y de una generación a otra, se irá cumpliendo
mi palabra. Al final, todas las ramas se unirán al árbol, todos los hombres se
unirán en un solo pueblo y la paz reinará en la Tierra.
Os dice esto el Maestro para que no dejéis transcurrir las horas, los días y los
años, sin hacer algo que pueda recoger vuestro espíritu mañana, cuando sea la
hora llegada de entregar la cosecha.
Permaneced preparados, atentos, para que podáis oír las voces de los que os
llaman, de los que os solicitan y para que sepáis resolver sus necesidades
espirituales. Quiero hacer de vosotros un pueblo sano de espíritu y materia,
porque sois el escogido, el testigo de mis manifestaciones y habéis venido en
esta etapa, a cumplir una delicada misión y a preparar el camino de las nuevas
generaciones. Conforme os vayáis transformando, Yo os iré revelando todos los
dones y potestades que poseéis. No rehuyáis las pruebas que os envíe, porque
ellas son el cincel que esculpe y pule vuestro espíritu. Cuando el discípulo
haya alcanzado la gracia de ser maestro, su presencia y sus palabras serán
dulces y gratas. Su palabra demostrará que tiene profundo conocimiento de lo que
habla y que una luz divina le inspira.
Es necesario que surjan en la Tierra los sembradores de la verdad, esparciendo
mi bálsamo por todos los caminos.
Vuestro destino es armonizar con todo lo creado. Ésa es la más grande de todas
las leyes, porque en ella encontraréis la comunión perfecta con Dios y con sus
obras. En el mundo los hombres se necesitan unos a otros; ninguno está de más y
ninguno de menos. Todas las vidas son necesarias unas a otras para complemento y
armonía del conjunto. Forjad un pueblo obediente con vuestra unión espiritual,
cuya defensa para toda acechanza sea la oración.
Conoced a fondo la responsabilidad que tenéis entre todos los pueblos de la
Tierra, para que sepáis cumplir vuestra misión, ahora que el tiempo es propicio.
Aprended a perdonar los defectos de vuestros hermanos y si no podéis
corregirlos, por lo menos tended sobre ellos un velo de indulgencia.
Cuando de lo más profundo de vuestro corazón me digáis: -Maestro, soy tu siervo,
estoy presto a obedecer tu voluntad; ése será el instante en que verdaderamente
comenzaré a manifestarme entre vosotros.
He aquí una más de mis lecciones; para que la comprendáis mejor, analizadla con
el espíritu, más que con la mente.
¡Mi paz sea con vosotros!
Elias Gutierrez Porras
Mensajes: 152
Registrado: Vie Dic 09, 2005 4:25 pm
Ubicación: Cd. Juarez Chih

Re: A LOS DISCIPULOS I

Mensaje por Elias Gutierrez Porras »

Saludos al Sr. Abraham Benjamin:

Me interesa saber, de donde obtuvo este escrito?, cuando fue recibido? y en donde?,

Espero y conteste honestamente y sin rodeos.

Saludos y que este bien.

Elias Gutierrez Porras
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